CONTINUIDAD URBANA
REFERENCIA:
A lo largo del desarrollo de las clases anteriores hemos tratado de comprender como se articulan las nociones de arquitectura y espacio urbano en una cierta concepción de la ciudad. Hemos visto como la ciudad surgida de numerosos momentos de formación y conformada por un complejo de situaciones históricas, culturales, sociales y económicas, tiene en última instancia una verificación, una comprobación en su forma física, indicando una vez más la responsabilidad de la arquitectura que actuando a nivel de los edificios materializa esa forma física. La ciudad existe en su forma y se materializa a través de la arquitectura.
Para comprender mejor este fenómeno hemos realizado una primer operación de clasificación, descomponiendo la ciudad física en sus elementos básicos reconocibles (la calle, la plaza, el bloque, el tejido, la parte) y luego a través del desarrollo de algunos “principios de composición” vimos como esos elementos se recomponían, estructurando distintas alternativas de forma urbana, verificables en distintos momentos de la historia.
Quizás quede de éste esfuerzo “descompositivo”, implícito en la necesidad que todo reconocimiento de una realidad compleja, tiene que detectar y clasificar situaciones particulares, una visión fracturada o parcializada del hecho urbano.
En la clase de hoy veremos como el ESPACIO PUBLICO URBANO en su continuidad es el unificador, el articulador de las diversas situaciones planteadas en clases anteriores, y como la ruptura de esa continuidad en muchas de nuestras ciudades contemporáneas nos impide aprehender la ciudad como una totalidad. Desde ya que una comprensión integral del fenómeno no se agotará en una clase, sino que será necesario el desarrollo durante el curso de todos los conocimientos que hacen referencia a ese “complejo” del que hablábamos al comienzo y que se verá en ocasión de tratar temas como “Teoría general del entorno humano”, “Estructura y estructura Urbana”, la relación ciudad-territorio, etc.
En primer lugar es necesario aclarar que las siguientes reflexiones se apuntalan en el convencimiento que la ciudad debe ser comprendida y proyectada a través de la conformación de espacios públicos de carácter positivo, ya que sólo a través de ésta concepción es posible interpretar el espacio físico de la ciudad “como arquitectura” y como continuidad.
La misión de la arquitectura es dar forma a los espacios donde viven los hombres; para modelar dichos espacios en necesario trabajar u operar con una materia que limite, acote, defina y caracterice los distintos ámbitos. Esto resulta claro cuando hablamos de edificios, pero es más dificultoso de entender cuando nos referimos a la ciudad, en especial cuando observamos la ciudad actual, expandida, monótona y aparentemente “sin forma”; o cuando apreciamos la ciudad del CIAM, marcada por el alto grado de autonomía de cada edificio inmersos en un espacio amorfo e indefinido.
Por supuesto, no debe tomarse esta convicción como un manifiesto de carácter absoluto ya que imposibilitaría reconocer las bondades de algunos espacios como en el que se encuentran la catedral, el Baptisterio, y la torre de Pizza. Lo que se pretende es que esa concepción no sea totalitaria, no se extienda a todo un modo de proyectar la ciudad. Seguramente , el mismo conjunto de Pizza es lo que es y produce el impacto que produce por encontrarse a “contrapunto” de una ciudad cuyo casco histórico, en su abigarrado tejido urbano, se corresponde con la conformación de espacios positivos.
En función de estas aclaraciones profundizaremos a continuación la noción genérica de continuidad urbana, refiriéndonos para ello a los siguientes conceptos del Arq. A. Moliné y Lurá:
“La continuidad depende en gran medida de la naturaleza del espacio urbano, y por lo tanto de su configuración, articulación y vertebración, dada fundamentalmente por los componentes físicos que la integran…”
“…Esta condición (la continuidad) se manifiesta físicamente a través de la continuidad del tejido urbano, donde la masa edilicia se dispone sobre el suelo sin solución de continuidad. Por ésta misma razón, los espacios abiertos, calles, plazas, plazoletas y retiros tienen carácter finito, debido a que están claramente definidos por los límites de los cuerpos edificados y además, porque adquieren valor positivo, ya que son usados, percibidos e identificados como si se tratara de habitaciones-sin techo, reconocibles como –urbanas- en función de su uso público…”
“…El accionar de la sociedad, sus esfuerzos por adoptar el medio ambiente a sus necesidades, aspiraciones y valores, la repetición y renovación de experiencias, las coincidencias, las oportunidades y los descubrimientos, dejan huellas muy sedimentadas en las estructuras físicas, éstas se hacen más duraderas cuanto mayor es la capacidad de su utilización a través del tiempo. De esta forma se produce el lento proceso de asimilación de lo “nuevo” con lo “viejo”, y la “revitalización” de lo “existente”, la positiva concurrencia de ambos por la inagotable capacidad de adaptación y supervivencia del genio del hombre…”
En referencia a estas nociones claramente planteadas por el arq. Moliné y Lurá, conviene destacar que esa “continuidad física” aparece como verificación concreta y última de “otra continuidad, más amplia, más extensa que la meramente física, compuesta por la multiplicidad de tensiones que mantiene unido el asentamiento humano.
Es así como el tema de la continuidad abre nuevamente el campo de nuestro estudio a todo el contexto del hombre y de la arquitectura; y es entonces cuando debemos renovar nuestros esfuerzos en comprender lo específico dentro de lo general, deslindando y reintegrando lo propio de la arquitectura. Solo así nuestro accionar sobre el entorno humano será posible. El intrínseco vinculo entre “continuidad”, “especificidad” y “generalidad” puede comprenderse mejor a través de la siguiente cita de Fray Mario Petit de Murat en sus “Lecciones de Estética”:
“…La variedad del universo se debe a una plenitud de perfección que ninguna de las criaturas podría cumplir separadamente por sí misma. En cambio, cada una tiene su origen en una perfección a cumplir dentro del concierto Universal. Esta perfección, que debe realizarse tanto en el plano entitativo como en el dinámico, presenta aspectos comunes con los otros seres (los genéricos) y otro distinto, exclusivamente propio e incomparable (el específico). Por lo primero se engarza en el conjunto cósmico; por el segundo, emerge como un valor único dentro de la gradación de los seres. Un especie no se repite, es insustituible; si ella no cumple su perfección, ninguna otra cosa lo cumplirá; quedaría el universo mutilado en aquella nota de su armonía. Sólo el caballo puede ser caballo y la paloma no puede reemplazar al águila…”
La arquitectura (analógicamente a lo que sucede en el orden universal) como disciplina del “hacer humano” goza de una perfección que tiene aspectos comunes con otras disciplinas, y otra perfección propia, distinta y exclusiva: la específica. La perfección propia de la arquitectura radica en su dimensión estética; dimensión que se amplía por extensión al urbanismo y que se materializa en función de los controles que ejerce sobre el espacio físico de la ciudad.
La ruptura de la continuidad del espacio público y en consecuencia la pérdida de legibilidad del espacio público se debe por lo menos a tres grupos de factores desencadenantes:
- El crecimiento de la ciudad: la “ciudad histórica”, anterior a la revolución industrial era una construcción acotada, limitada en el caso de la ciudad europea por la existencia de la muralla y en nuestro caso por una simple por una cuestión de tamaño y cantidad estacionaria de habitantes.
“El invento de nuevos tipos de armas y la reorganización de la estrategia desde la Revolución Francesa , han provocado un desarrollo del urbanismo que ponía elementalmente en duda todos los conocimientos y experiencias que existían en la construcción de ciudades. Una rotura, que aparece como única en la historia cultural y que no esperaban ni arquitectos, ni científicos, ni políticos. Las construcciones de defensas de las ciudades no podían competir con las nuevas armas. La guerra adoptó otras dimensiones y las murallas de las ciudades se convertían en zunchos inútiles de las antiguas estructuras urbanas. Hasta entonces los métodos de defensa tenían una importancia precisa en el urbanismo.”
“Podían denominarse como reguladores urbanísticos o algo semejante”.
“La absoluta necesidad de protección y seguridad obligó a todos, con encomiable disciplina, a colaborar en la construcción, la transformación y ampliación de una ciudad, y esto desde la primera concentración urbana conocida. La desaparición de las murallas de la ciudad coincidió con el desarrollo industrial, el cual provocó una expansión de las ciudades. Nada se oponía a la extensión incontrolada en el paisaje de las urbes. Los nuevos primeros Barrios se agruparon con demasiada uniformidad alrededor de las antiguas ciudades según los esquemas regulares conocidos hasta entonces, que casi siempre fueron aplicados a urbanizaciones nuevas.” (R.KRIE)
Hasta la Revolución Industrial la ciudad se construía “en la ciudad”, dentro de límites físicos prefijados, tal como hemos podido observar en los ejemplos de la evolución de la plaza San Marcos en Venecia, en la progresiva construcción del Ágora de Atenas, o en el impacto producido por las ideas de Sixto V en Roma. Después del siglo XVII y debido a las modificaciones en los modos de vida urbanos y crecimiento de la ciudad, ésta deja de construirse en sí misma y comienza a extenderse, apareciendo entonces el doble problema del tamaño de las ciudades y las consecuentes periferias.
“El rostro de la ciudad contemporánea está representado en gran parte por la periferia; gran parte de la humanidad, nace, crece, vive en las periferias urbanas, es decir en aquellas zonas más vastas de la ciudad moderna que, escapando rápidamente de los viejos centros, muestran a la ves los signos y las …….. de un crecimiento demasiado veloz, y al aspecto de una vitalidad más extensa y nueva. Estas zonas constituyen hoy un problema original en el cuadro más amplio del desarrollo de la ciudad moderna, la multiplicación de estudios, publicaciones, congresos sobre la periferia urbana indican a las claras su actualidad; incluso la prensa se ocupa cada ves más de las nuevas iniciativas que tienden a modificar y a enderezar el rostro de la ciudad, y la ciudad aparece cada ves con más frecuencia con el nombre de sus suburbios, de sus zonas industriales, de su periferia.”
“…La vida en las periferias italianas, que ha sido documentada en encuestas y publicaciones objetivas, en estos últimos años también ha sido ampliamente representada por los artistas italianos…No cabe duda de que cuando el habitante de la periferia extrema, desocupado o “asistido”, queda separado casi completamente de la ciudad, su alienación de cualquier tipo de sociedad es completa…A menudo no queda de la ciudad más que una imagen lejana unida al final de parada de autobús; y es como vivir en un lugar fronterizo entre ciudad y campo, sin raíces y sin perspectivas. A esta degradación del ambiente, a esta absurda geografía de un campo cubierto de cemento y hierro, y de una ciudad provisional e increíble, corren parejas la degradación moral del hombre que reacciona con una vitalidad patética”. (A. Rossi)
A partir de fines del siglo pasado muchos urbanistas pretenden aportar alguna solución al conflicto plateado entre el desarrollo industrial y la calidad de vida en las ciudades: E. Howard con su “ciudades-jardín del futuro” concibe una unidad de dimensión adecuada basada en conocimientos sociológicos y de higiene urbana; Soria y Mataron con su “ciudad lienal”; Tony Garnier y la “Ciudad industrial”; Camillo Sitte en “Construcción de ciudades según principios estéticos” y finalmente el CIAM aportan soluciones donde su limitación principal consistió en la parcialidad del enfoque con que se comprendía el fenómeno urbano.
- La concepción funcionalista: la imposibilidad de reconstruir la continuidad del espacio urbano en todas sus dimensiones lleva a los teóricos de los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM) a plantear una forma de interpretar el fenómeno urbano que opera en base a una total abstracción de la ciudad existentes desagregando la realidad en cuatro actividades básicas: HABITAR - RECREARSE – TRABAJAR – CIRCULAR.
“La concepción de la ciudad radiante propone la inserción de las estructuras físicas, como –unidades aisladas- dentro del espacio abierto continuo y sin límites. De este modo la diferencia entre campos y ciudades tiende a disolverse. El habitat urbano según dicho modelo se convierte en una serie de edificios agregados a una escena rural, y dentro de esta imagen la calle no tiene cabida. Todo el conjunto de actividades, relaciones y comportamientos sociales que ella genera, es eliminado. Sólo se reconoce la necesidad de “circular”, y se responde a dicha exigencia a través del camino y del sendero. Estas respuestas tienen como objetivo lograr el máximo de eficacia circulatoria, otorgando a los vehículos la mayor fluidez en sus movimientos y dándole al peatón la mayor libertad y seguridad en sus desplazamientos. Dicho enfoque, resuelve cada requerimiento mediante respuestas específicas que tienden a optimizar el grado de satisfacción a cada problema reconocido, pero lamentablemente, su alcance no es global ni su actitud es totalizadora, ya que en la búsqueda de la eficacia circulatoria, se ha dejado de considerar el valor que tiene la calle como agente físico para la interrelación social y como estructura funcional “sostenedora” de contactos humanos.”
“Para la ciudad radiante lo fundamental es el reencuentro con los valores ambientales naturales, el sol, el cielo, el espacio abierto, el aire y la vegetación, es por ello que el PAISAJE se convierte en el protagonista dominante y casi excluyente de la concepción. La CONTINUIDAD que debe ser preservada es la del paisaje. Los edificios a fin de reducir su intrusión dentro del mismo no apoya directamente sobre el suelo, sino que están sobreelevados sobre columnas.”
“Desde el punto de vista de la relación entre el hecho arquitectónico y el entorno, corresponde señalar que en el modelo de la ciudad radiante se advierte una mayor preocupación por la ORGANIZACIÓN INTERIOR de los edificios que por la estructuración urbana, ya que esta última se reduce al establecimiento de binóculos circulatorios, a la eliminación de conflictos funcionales y a la ya mencionada preservación de la continuidad del paisaje. La abigarrada consistencia del tejido urbano existente en el momento en que se cristalizó este cuerpo doctrinario era la muestra de una “malformación” que era necesario extirpar. Por esa razón, casi todos los proyectos de renovación urbana en ese entonces se asentaban sobre la “demolición y limpieza” total de lo existente, con excepción de algunos monumentos. Ello no solo expresaba la eliminación de la calle significaba también la separación entre LO VIEJO Y LO NUEVO, y con ello la discontinuidad, física, funcional e histórica operada. Es por esta razón que más arriba se manifestó que las estructuras urbanas también expresan las rupturas históricas, y la mayor parte de los desarrollos urbanos implementados en la segunda posguerra se nutrieron en esta concepción.” (Arq. MOLINE Y LURA)
La concepción funcionalista tiene tres consecuencias fundamentales sobre la ciudad:
- La independencia del tipo edilicio con respecto al vínculo vial.
- La forma edilicia es derivada de su organización interna.
- La derivación del tipo edilicio de un simple proceso de agregación.
- El urbanismo cuantitativo: consiste en una alternativa que básicamente plantea una oposición entre “la ciudad visualmente ordenada” y “la ciudad estadísticamente ordenada”. Tal oposición es falsa y no se resuelve dentro de las nociones de continuidad que estamos desarrollando, sin embargo a dado lugar a estrategias de intervención que hasta el día de hoy vemos corporizadas en los “reglamentos” o “códigos” urbanos y que en función de parciales objetivos de planificación comprenden la ciudad en tanto que fenómeno exclusivamente reducido a un conjunto de cifras y fórmulas.
Esta modalidad de concebir la ciudad quizás tenga sus primeros antecedentes en las teorías del “zoning”:
“La enunciación científica de la teoría del “zoning” fue expresada en 1923 por Burguess partiendo de sus estudios sobre Chicago; el zoning viene definido como la tendencia de la ciudad a disponer por barrios concéntricos alrededor de un barrio central de negocios o un barrio de tipo direccional. En la descripción de la ciudad de Chicago, Burguess indicaba una serie de zonas concéntricas correspondientes cada una a funciones bien definidas; el centro de negociosos que absorbe la vida comercial, social, administrativa y del transporte; la zona de transición que circunda el centro y que está representada por una especie de aureola de degradación formada por residencias pobres donde están los negros y los inmigrados recientes y donde se encuentran las pequeñas oficinas; la zona de residencia obrera, donde están los trabajadores que desean vivir cerca de sus fábricas; la zona de residencia más rica, que comprende viviendas individuales y edificios de varias plantas, y por fin una zona externa, donde están los inmigrados agrupados entorno a los nodos de las calles que convergen a la ciudad.” (ROSSI)
Cualquier intento de formular una teoría de la ciudad que intente o se proponga recuperar la continuidad perdida, debe plantearse por lo menos dos cuestiones básicas:
- La primera de ellas consiste en la imposibilidad de reducir la ciudad a una sola idea base, esencial, que trate de explicar todo el fenómeno de la construcción de la ciudad desde un solo punto de vista, atribuyendo a esta todos los motivos de degradación urbana. Esta es la falencia principal, destacada en las causas de la ruptura de la continuidad que desarrollamos anteriormente y de las soluciones propuestas.
- La segunda cuestión hace referencia a la dificultad o imposibilidad de plantear como paliativo a lo señalado más arriba, una extensión de los conocimientos específicamente urbanos-arquitectónicos, a otra modalidad de conocimiento, básicamente interdisciplinario, que podría estar representada por los actuales estudios “ambientales”.
Conviene entonces recordad nuevamente los conceptos de Fray Mario Petit de Murat, para poder implementar un modo de conocimiento y de intervención que desde lo específico no impida la consideración de lo genérico.
Uno de los instrumentos a consolidar en los estudios urbanos, ya sean de reconocimiento, ya de intervención, es el del ANALISIS URBANO. Pero éste análisis entendido como “la arquitectura convertida en técnica de intervención en la ciudad”.
“Pienso que este punto de vista, independientemente de mis conocimientos específicos, puede constituir el tipo de análisis más global acerca de la ciudad. Esta remite al dato último y definitivo de la vida de la colectividad, la creación del ambiente en el cual esta vive.”
“Concibo la arquitectura en sentido positivo, como una creación inseparable de la vida civil y de la sociedad en la que se manifiesta; ella es, por su naturaleza, colectiva.” (ROSSI)
El análisis urbano tiende a unificar en una sola operación de proyecto el análisis funcional y el morfológico, reconstruyendo la idea de continuidad urbana desarrollada.
Además debe aclarar algunas relaciones básicas como: PROYECTO/ENTORNO; PROYECTO/LUGAR; FORMA URBANA/FORMA ARQUITECTONICA.
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