lunes, 16 de mayo de 2011

Comodidad y plaza pública según Vitruvio. Tres ejemplos sevillanos

Tratado de Arquitectura de Gian Giorgio Trissino o en los comentarios del propio Daniele Bárbaro en su traducción de Vitruvio, repitiéndose en ediciones españolas de los Diez Libros realizadas con posterioridad al siglo xvi, como ocurre con la de José Castañeda, publicada en Madrid en 1751 ". Se trata de considerar la plaza como el principal organismo urbano, como el centro vital de la ciudad, resumen o compendio de las actividades cívicas, el cual debe proporcionarse según el número de los pobladores y cuya ordenación y magnificencia están en íntima relación con la importancia y riqueza de la propia ciudad.
planta y alzado de un pequeño templo grecorromano



Hablando Vitruvio en el Capítulo tercero de su primer libro «De las  partes de la Architectura en las distribuciones de los edificios públicos», señala que estas son tres. «La una es para defensión, otra para religión, la otra para oportunidad o recreación».

Más adelante, tras explicar en que consisten las dos primeras dice: «Distribución de comodidad, es una disposición de lugares públicos»^. El mismo texto vitruviano en su libro quinto se dedica a las «disposiciones de los lugares públicos y particulares y lo primero, de que manera convenga ser ordenada la plaza, porque en este lugar se tratan y goviernan las cosas públicas»^. La identificación entre «comodidad» y plaza pública, se recogía ya en otros escritos teóricos del renacimiento, caso del

 Estos principios generales llevan aparejados una serie de normas y reglas en la configuración del espacio destinado a la plaza, perfectamente ciaras y fáciles de llevar a la práctica cuando se trata de fundaciones o nuevas implantaciones^. Pero la materialización de tales ideas resulta más problemática a la hora de actuar sobre un tejido urbano preexistente y básicamente «irracional», como el que caraterizaba las ciudades españolas del quinientos. Se debía ello a la herencia medieval, al reciente pasado musulmán, cuyos testimonios, más que huellas, determinaban, la imagen de la mayoría de las poblaciones españolas. Por eso, el arquetipo clásico sólo pudo plasmarse de manera temporal, gracias al enmascaramiento del mundo urbano real, con las arquitecturas efímeras, o mediante operaciones localizadas, de gran impacto y fuerte carácter emblemático.

Así pues, se trataba de acomodar en muchos casos la abigarrada realidad preexistente a las nuevas ideas, introduciendo elementos significativos, con carácter de ruptura, capaces por sí mismos de transformar visual y mentalmente la propia imagen urbana.


Espacio, Tiempo y Forma, Serie Vil, H.^ del Arte, t. 6, 1993, págs. 193-208

descraga de texto completo  http://www.mediafire.com/?3t6466suf12pty1


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