domingo, 14 de agosto de 2011

Reglas para quien construya montañas

Adolf Loos


No construyas pintoresco. Deja tal efecto para los muros, las montañas y el sol. El hombre que se viste de manera pintoresca no es piontoreso sino un payaso. 

El campesino no viste de manera pintoresca sino que lo es.
Construye tan bien como puedas. No mejor. No te vanaglories. Y no peor. No te rebajes con intención hasta un nivel más bajo del que fuiste colocado por tu nacimiento y educación. Incluso cuando vayas a las montañas. Habla con los campesinos en tu lengua.

El abogado vienés que habla con el campesino en el dialecto del picapedrero tiene que desaparecer.
Fíjate en las formas en las que construye el campesino. Pues son de la sustancia acumulada de la sabiduría de los antepasados. Pero busca el porqué de la forma. Si los adelantos de la técnica han hecho posible mejorar esa forma, empléese siempre esa mejora. La hoz es sustituida por la trilladora. La llanura necesita una estructuración arquitectónica vertical; la montaña, una horizontal. La obra humana no debe competir con la obra de Dios. El Habsburgwarte estorba a la cadena del Wienerwald, pero el Husarentempel encaja armónicamente.
No pienses en el tejado sino en la lluvia y la nieve. Así piensa el campesino, y por ello construye en las montañas el tejado más plano que le es posible según sus conocimientos técnicos. En las montañas la nieve no debe deslizarse cuando ella quiere, sino cuando el campesino quiera. El campesino, por tanto, tiene que poder escalar el tejado sin peligro para su vida, para poder quitar la nieve. También nosotros tenemos que construir el tejado más plano que, según nuestra experiencia técnica, nos sea posible.

¡Sé veraz! La naturaleza sólo se vincula con la verdad. Vive en buena armonia con puentes de hierro entramados, pero a los arcos góticos con torres de puentes y saeteras los rechaza.

No temas ser tachado de inmoderno. Sólo se permiten cambios en la antigua manera de construir si representan una mejora, si no, quédate con el antiguo. Pues la verdad, aunque tenga cientos de años, tiene más relación intima con nosotros que la mentira que avanza a nuestro lado.
Fuente:
El lugar de la arquitectura
, Alejandro Aravena Mori. ARQ ediciones. pag 105.



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